La mesa de mi casa es de madera,
los anillos tienen frutos de piedra
la sal es un sacrificio dulce de suicidio
pagano,
la hora del rechazo y la agonía,
la pesada uva que liquida la sed
con su dominio,
las plantas que otorgan lealtad al viento,
las paredes quietas como molinos de cal,
el balcón que vuela por las noches
con alas de golondrinas,
uno que otro vacío temor
que tiene cierta ausencia,
en la tierra de mi habitación
no existen límites ni fronteras,
las cosas se van congelando
con las estaciones de papel.
El calendario es una alarma pegada
como un relámpago,
mi cepillo es una roca
con ramas de pétalos blancos,
el sol que se puede tocar con el dedo,
la oscuridad es invitada de piedra.
Mi casa tiene la edad
de todos mis recuerdos,
la sombra tiene un brillo que apunta el alma,
las flores conversan en su vegetal existencia,
en mi casa la madera es un poema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario