sábado, 17 de abril de 2010

Su mirada


En aquella mirada las caricias encienden
un sigiloso proverbio
me desprendo de sus raíces apenas
los ojos con reticencia conversan
estirando las palabras con embozo
que nada alcanzan de la noche
me parece murmurar en piernas delgadas
en mis oídos tu mirada decide bisbisear mi nombre
sigilosamente la ranura de párpados dormidos
me llaman...
todo se esparce
el cuarto lóbrego se humedece con la salinidad
de su iris
tomé una pequeña muestra de su antagonismo
una sensación de fatalidad al unir
nuestros cuerpos alejados.
Triste como siempre avanza la tarde
quiénsabe los pormenores de lo que viene
los dos ocultos de los dos
en una selva de elipsis y respuestas evasivas
mal construídas
nos parafraseamos; un te-quiero,
somos el misterio de nuestros cuerpos,
depender del otro...extrañar nuestra constelación
de labios
nada se puede revelar de los murmullos
como las flores en su bucólica mirada nos adormece
el aroma de la noche
y con sus pétalos
herméticos: de-sa-pa-re-ce-mos,
rozar nuestros cuerpos; se hace la escena fatal.
Deja que la mano encienda
el velero mío, como poner un velo a los sentimientos...
si hacemos el amor: agazapado, sibilino o arcano
solo promesas
de una manera incomprensible en el poema;
nadie avanza,
el hecho de amar,
de ver,
y sonreir
es huir en el ejercicio insostenible
del amor.

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